Los selijot (oraciones de perdón) marcan un tiempo sagrado en el calendario espiritual de Israel: los 40 días desde el primero de Elul hasta Yom Kipur. Este período no es simplemente un ciclo de rezos repetidos, sino una travesía interior. Se nos concede un espacio en el calendario para detenernos, mirarnos a nosotros mismos y reconocer lo que a veces negamos: nuestras faltas, durezas, indiferencias y autojustificaciones.
Los sabios enseñan que estos 40 días reflejan los 40 días en que Moisés estuvo en el Sinaí después del pecado del becerro de oro, intercediendo para que Dios no destruyera al pueblo. Así, cada año revivimos ese “tiempo de gracia”, en el que el cielo abre una ventana especial para el arrepentimiento (teshuvá).
La repetición de los atributos de misericordia de Dios (Éxodo 34:6–7) en las selijot nos recuerda que no confiamos en nuestra justicia, sino en Su compasión. Pero a la vez, nos confronta con la pregunta: ¿estamos reflejando esa misericordia en nuestra relación con otros? No basta pedir perdón a Dios sin reconciliarnos con nuestro prójimo.
Los 40 días de introspección son un espejo: cada día es una oportunidad de examinar un área de nuestra vida. Así como Israel peregrinó 40 años en el desierto, nosotros peregrinamos 40 días dentro de nuestro corazón, buscando llegar al “Yom Kipur” personal, ese día en el que nos despojamos de máscaras y nos presentamos desnudos ante Dios.
Al final, los selijot nos enseñan que la teshuvá no es solo sentir dolor por lo malo, sino volver al camino correcto. No es solo pedir perdón, sino comprometerse a cambiar. Y no es solo un tiempo litúrgico, sino una disciplina que, si la tomamos en serio, puede marcar el resto del año.
“Buscad a Dios mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano” (Isaías 55:6).